Introducción

Jueves Santo y Viernes Santo Las dos procesiones de Semana Santa se remontan, al menos, al año 1600. El jueves se representa el Vía Crucis de Jesús hacia el Gólgota, con unas 200 personas representando a los judíos y a los romanos que tuvieron un papel hasta la crucifixión de Jesús.

Estos actores aficionados llevan trajes preciosos adquiridos en la Scala de Milán. La representación también cuenta con una cincuentena de caballos. Armado de antorchas y con instrumentos de viento y tambores, el desfile recorre el casco antiguo de la ciudad adornado para la ocasión con transparentes, cuya antigüedad alcanza en algunos casos unos centenares de años. Se trata de lienzos pintados e iluminados por detrás, en la antigüedad por velas y hoy eléctricamente.

Jesucristo con la corona de espinas anda por detrás de Poncio Pilatos, entre los soldados romanos y los judíos. Lleva la cruz a cuestas, desplomándose varias veces debajo de ella. Siguen las tres Marías, Verónica, los jugadores de dados, los dos ladrones encadenados, Herodes y los Sumos Sacerdotes. La procesión de Viernes Santo, que se celebra al lado del monasterio de los Padri Serviti es más antigua y representa el entierro de Jesucristo. En su forma actual, la procesión se lleva a cabo siguiendo una regla del siglo XVIII. Los niños llevan antiguas linternas. Alrededor de las estatuas de Jesucristo muerto y de la dolorosa Madre, la procesión lleva objetos de la Pasión como velas, escaleras, esponjas, martillos, clavos, látigos etc. Acompañada de música fúnebre, la procesión recuerda una cinta luminosa en su recorrido a través del casco antiguo.