Meet the mountaineer Olivia Jane. If I can do it, anybody can.

El 22 de julio de 1871, Lucy Walker se convirtió en la primera mujer en alcanzar la cumbre del Cervino. Escalando firmemente contracorriente, Lucy no se dejó intimidar por la rígida actitud victoriana de aquel entonces, y en una época en la que todavía se consideraba que el lugar de la mujer estaba en casa, llegó a la cima del pico de 4478 metros con estilo, alimentada por una dieta de champán y bizcocho.

150 years later – British mountaineer Olivia Jane is set to pay homage to Lucy's pioneering expedition, following in Lucy's footsteps (and footholds) to summit Switzerland's most notorious peak.

This is far from being 'just another mountain' to Olivia, and reaching the top will be the realisation of a life-long dream. Olivia spent a lot of her childhood in Zermatt, the same village that was the base for Lucy Walker's Matterhorn ascent in 1871. Her family bred St. Bernard dogs to support the mountain rescue teams in the area which is where her passion for mountains and adventure grew.

In partnership with Mammut and Switzerland Tourism, Olivia will be documenting every step of her journey on her Instagram - but to set the scene a little bit, we called her up to find out a bit about her childhood in Switzerland, her love of the outdoors and the endless hunt for adrenaline.

Mi familia tenía una tienda de fotografía en el centro de Zermatt, así que pasé la mayor parte de mi infancia allí. Me despertaba literalmente con el Cervino cada mañana. Era una parte importante de la vida de mi familia. Mi abuelo y yo paseábamos por los alrededores, hasta este mirador que da al Cervino, y recuerdo estar con mis abuelos y decirles: «Algún día subiré allí». El Cervino es muy especial para mí. Es lo que siempre he querido hacer. Para mí es la montaña más emblemática y siempre quise escalarla.

De pequeña escalé muchísimo con mi abuelo. Más adelante, en la universidad, me uní al club de escalada y alpinismo y allí fue donde realmente empecé. Intentaba ir siempre pegada a amigos que eran mucho mejores que yo y observaba cómo escalaban, intentando aprender las habilidades que tenían con la cuerda y ganando cada vez más confianza. 

Recuerdo concretamente que hace unos cinco años vi un documental en el que aparecía Gwen Moffat y me inspiró muchísimo. Creo que ahora es mucho más normal que las mujeres alpinistas y escaladoras escalen grandes montañas. 

Mi primera gran ruta alpina tuvo lugar más o menos en la misma época y me enamoré completamente de ella porque era muy desafiante. No sé si las palabras pueden describirlo. Me deja sin palabras cada vez que la hago. Esas rutas en los Alpes... son especiales. Son de otro mundo.

Tengo que ponerme lo suficientemente en forma para asegurarme de que podré llegar a la cumbre. Es mucho más fácil entrenar si se tiene un objetivo. 

Voy a dar prioridad a la preparación física para la montaña y a habilidades de movimiento eficientes. Intentaré imitar el mismo tipo de movimiento en la roca, practicando en escaladas de grado 2 o 3 y en escaladas Vdiff (muy difíciles), pero llevando una mochila y usando botas de montaña, mientras que normalmente en algo así llevaría zapatos de escalada. Quiero acostumbrarme a moverme en estas subidas con una mochila a la espalda porque puede ser bastante complicado. Intento casi simular la situación. 

Además, hago entrenamiento de fuerza y mucho entrenamiento cardiovascular para ayudarme con la altitud y paso también mucho tiempo en las colinas. Pero pese a todo este gran entrenamiento y a las duras experiencias que te hacen ganar confianza, no puedes confiarte demasiado. 

Solo hay un camino para subir y otro para bajar, así que intento mantener la concentración y la calma. No pienso demasiado en ello. Estar un poco asustada es saludable, pero no hasta el punto de quedarme bloqueada. Sé que los riesgos están ahí, pero no pienso en ellos y mientras hago las cosas de forma natural entro en ese «estado de flujo» y trato simplemente de disfrutar. Además, contaré con el apoyo de un experimentado guía de montaña de Zermatters.

Y al final experimentas esa gran sensación. Suelo estar un poco conmocionada y necesitar un poco de tiempo para asimilar lo que acabo de hacer, pero lo que realmente me fascina es hacerlo. Es la adrenalina. Es lo que más deseo en mi vida. 

Y en lugar de relajarme; bueno, supongo que me relajo en mi tiempo libre; siempre estoy pensando en cuál será mi próxima aventura. Eso es lo que me mantiene viva. Me hace seguir adelante. Es como mi abuela: tiene 80 años y sigue caminando por las colinas. Siempre le digo: «¿Cómo haces para seguir adelante?» y ella dice: «Porque no estoy sentada sin hacer nada».