Mission Piz Bernina.

Desplazar

Introducción

Desde hace tiempo, Katharina Ueltschi quería subir el Piz Bernina. El camino hasta esta cumbre situada a una altura de 4049 metros es una experiencia extrema.

Engadin St. Moritz

La región turística de Engandin St. Moritz se encuentra en el lado sur de los Alpes suizos, a 1800 m s.n.m. Gracias a la armonía única de su paisaje lacustre, Engadin St.Moritz es conocida como la «sala de fiestas de los Alpes». El valle disfruta de más días de sol que la media, cuenta con manantiales de aguas minerales y tiene un agradable clima seco. El Piz Bernina es el único cuatromil de los Alpes orientales (4049 m s.n.m.).

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Katharina Ueltschi y su guía de montaña en el glaciar Persgletscher, al principio del camino.

En el horizonte, el día ya se despide.

Son esos minutos en los que la luz se impone sobre la oscuridad. Katharina Ueltschi se coloca los crampones, la luz de su linterna derrite el hielo del glaciar y lo tiñe de amarillo. Hace frío. Caminar sobre el glaciar, escuchando el crujido del hielo, es algo increíblemente pacífico para Katharina, algo que no tiene en Singapur. Junto con su hermano, representa la quinta generación de la empresa de máquinas de coser Bernina y está desarrollando un laboratorio de innovación para la empresa desde Singapur. De este modo, impulsa a Bernina International hacia el futuro. Asia es un mercado importante que está creciendo a gran velocidad. Pero ahora, Katharina está sobre el hielo, por debajo del Diavolezza y ante uno de los mayores retos a los que se ha enfrentado en los últimos años. Quería subir el Piz Bernina, a 4049 metros sobre el nivel del mar. 

La historia de las máquinas de coser Bernina

La empresa de máquinas de coser Bernina International AG, con sede en Steckborn (Suiza), fue fundada en 1893, cuando Karl Friedrich Gegauf inventó la máquina de coser vainicas. Los sistemas desarrollados hasta hoy permiten coser, bordar y hacer quilting y overlock. Calidad, tradición e innovación son los grandes motores de la empresa. La empresa sigue estando en manos de la familia. En 1965, una mujer asumió la dirección de la empresa, Odette Gegauf-Ueltschi. Hoy, Katharina Ueltschi dirige Bernina International AG junto con su hermano. Son ya la quinta generación. Katharina Ueltschi se ocupa de la internacionalización de la empresa y está desarrollando un laboratorio de innovación desde Singapur. Ha conservado la vinculación de la familia con la Engadina. Por eso se embarcó en la Mission Piz Bernina.

Katharina Ueltschi se ha preparado a fondo para su excursión alpina. En Asia salía a correr varias veces a la semana y llevaba una alimentación sana. Hace dos semanas viajó a la Engadina para la Mission Piz Bernina, donde ha llevado a cabo un entrenamiento en altura intensivo. Además, realizó un curso de escalada y senderismo en glaciar en la escuela de escalada de Pontresina. Ahora lo agradece. Sin embargo, afirma:

Katharina Ueltschi
Hacer esta ruta sin tener gran experiencia escalando montañas me daba dolor de estómago.
Katharina Ueltschi

Es el primer intento de Katharina Ueltschi de coronar un 4000. Que sea el Piz Bernina tiene una razón de peso: su familia mantiene una estrecha relación con la Engadina desde hace tiempo. Su bisabuelo estuvo en la Engadina de vacaciones en 1931 y quedó tan fascinado por la montaña que cambió el nombre de su empresa de máquinas de coser de «Fritz Gegauf» a «Bernina». Además de la vinculación personal, pensó que era un nombre fácil de pronunciar en todo el mundo. Ya entonces pensaba a lo grande.

Que la abuela de Katharina, Odette (en la fotografía), y su madre Beatrice estuvieran en la cumbre le hace sentir orgullosa.

Exactamente 90 años después

Su nieta camina por el glaciar Persgletscher junto a su guía de montaña. El imponente macizo del Bernina le impresiona. Bajo el hechizo de la pared norte del Piz Palü llega a las montañas de Gemsfreiheit. En la Fortezzagrat pone a prueba por primera vez sus habilidades como escaladora, antes de llegar a la meseta del glaciar de Bellavista. Controla su respiración y va a buen ritmo. «Aquí arriba desaparecen los problemas de la vida cotidiana», afirma. Solo cuenta el momento, el paso siguiente. Mientras luchaba contra la montaña, pensaba en su madre y en su abuela: las dos estaban esperándola en el Piz Bernina. Las dos tenían mucha experiencia en la montaña, al contrario que Katharina Ueltschi. A pesar de ello, quería continuar la tradición de las mujeres de la familia. Ella busca siempre nuevos retos a los que enfrentarse. Las dos mujeres han sido una gran inspiración para ella.

Todo el poder de las montañas.

Desplazar

Tras algo más de seis horas en la montaña, tiene sentimientos encontrados. Por un lado está la belleza de la naturaleza, la fuerza que desprenden las montañas. Para Katharina, las montañas son un símbolo de resistencia, un símbolo de Suiza. Por otro lado, cada vez tiene que luchar más contra la altura y el cansancio.

En el Bellavista, los problemas del día a día desaparecen.

El cansancio se le nota en la cara. Entonces llega un cierto alivio: ante los ojos de Katharina aparece el refugio Marco e Rosa. Aquí entra en calor y repone fuerzas con un buen plato de pasta. La pausa es importante. Porque la ascensión final, los últimos 420 metros, son complicados.

Tras el Rifugio Marco e Rosa, la ruta continúa por el glaciar y sube por un empinado ventisquero hasta la primera roca de la Spallagrat. Aparece el miedo. «Vi mi vida pasar delante de mis ojos como si fuera una película». Katharina tuvo que hacer increíbles esfuerzos para superar la estrecha cresta del ventisquero. Solamente se mira los pies, no mira ni a su izquierda ni a su derecha. Son minutos complicados. Katharina lucha consigo misma, quiere abandonar y darse la vuelta. La cumbre parece estar muy cerca y muy lejos a la vez.

Conquistar el Piz Bernina es una experiencia límite.

Está mentalmente agotada. Su guía de montaña la motiva y hace que siga adelante. Katharina no sabe muy bien lo que pasará después. Pero lo consigue, conquista el Piz Bernina.

Lo que sintió una vez arriba se lo queda para ella. Una vez en el valle, en brazos de su madre, rompe a llorar. Son lágrimas de alegría, pero también de alivio. Con algo de distancia, Katharina cuenta que fue «una de las experiencias más bonitas» de su vida. Dice que pocas veces ha tenido la cabeza tan clara como «allí arriba». También aprovechará su experiencia en el Piz Bernina para impulsar hacia el futuro la empresa familiar; la empresa que su bisabuelo llamó así por amor a una montaña.