Dedicarle tiempo al tiempo. Visita a Besarta Murti, estudiante en la escuela de relojería de Ginebra.
Introducción
Ginebra es un centro financiero. Es un centro diplomático. Sede de empresas internacionales. El pulso de Ginebra va con rapidez. Al mismo tiempo, la vibrante ciudad también alberga una artesanía tradicional: el arte de la relojería. Aquí el tiempo parece ir más despacio. Al fin y al cabo, la prisa no tiene cabida en este trabajo de precisión.
Ginebra
Ginebra alberga innumerables organizaciones internacionales, como el Comité Internacional de la Cruz Roja y las Naciones Unidas. La atmósfera internacional se respira por toda la ciudad. Al mismo tiempo, Ginebra, a orillas del lago Lemán y con vistas a las montañas, es una joya paisajística.
La ciudad relojera.
Ginebra es el símbolo de la calidad de los relojes suizos y el hogar de muchas prestigiosas marcas de relojes. El hecho de que Ginebra se haya convertido en ciudad relojera se debe indirectamente al famoso gestor ginebrino de la Reforma protestante, Calvino. Este teólogo se negó rotundamente a mostrar riqueza en forma de oro o piedras preciosas. Y, dado que Ginebra era la meca de los orfebres en el siglo XVI, tuvieron que buscar una nueva línea de trabajo por lo que, desde ese momento, se dedicaron a la relojería.
El oficio de los relojeros: un viejo mundo en la época moderna.
Besarta Murti
Estudiar en la escuela de relojería de Ginebra lleva un total de cuatro años. Durante este tiempo, los estudiantes aprenden la fabricación de mecanismos mecánicos desde cero. Debido a que el trabajo preciso en el rango de micromilímetro resulta esencial, los estudiantes fabrican sus propios instrumentos para entrenar sus manos durante el primer año de formación. Besarta Murti está en el tercer año. Hace un año, fue reconocida como la mejor estudiante de la escuela de relojería de Ginebra en el Grand Prix d'Horlogerie de Genève.
Calidad de Ginebra.
Los relojes de la ciudad del Ródano llevan el sello de Ginebra, que se otorga desde el año 1886, como distintivo especial de calidad. Una marca discreta pero extremadamente importante en la parte posterior de un reloj, que actualmente otorga la fundación Timelab. Los relojes que han recibido el sello de Ginebra no solo se han fabricado íntegramente en Ginebra, sino que también cumplen estrictos requisitos de calidad.
Tomarse tiempo para el tiempo.
En los cuatro años de formación, Besarta Murti y sus compañeros confeccionan su propio reloj: el «reloj escolar». La relojería requiere tiempo. Por lo tanto, el hecho de que se necesite tiempo para confeccionar el medio que captura el tiempo no supone tanto una ironía, sino más bien una bonita coincidencia.
Tiempo. Un mundo paralelo.
Tras las huellas del tiempo.
Mientras Momo busca el tiempo perdido en el clásico de Michael Ende, un viaje a Ginebra constituye un viaje al mundo de los relojes mecánicos. Como pequeños milagros mecánicos, registran el tiempo y lo desafían al mismo tiempo. Creados gracias a innumerables horas de trabajo, combinan el pulso al pasado con el ritmo frenético del presente.