El cantón más grande de Suiza es el único que tiene tres idiomas oficiales. Además de su riqueza cultural, es atractivo por su variada oferta turística. 150 valles y 615 lagos esperan a ser descubiertos.

El Alpine Circle es un viaje circular que recorre los lugares más bellos del paisaje alpino del cantón de Graubünden. Las tres rutas (ruta focus 150 km, ruta centrala 200 km, ruta cumpleta 450 km) se pueden recorrer cómodamente con el coche o el transporte público y garantizan que no nos perdamos ningún punto destacado. Los viajeros que se decanten por el programa completo y la ruta larga deben planificar al menos una semana.

Desde 1889, el cantón de Graubünden se puede descubrir con el «Tren Rojo». Autobuses y teleféricos públicos recorren los tramos a los que no llega el Ferrocarril Rético. Con el graubündenPASS los viajeros disfrutan de viajes gratis por todo el cantón.

Hace más de 10 000 años, el desprendimiento del Flims sepultó el Rin Anterior. Así nació el lago que se abrió paso, poco a poco, a través de las escarpadas paredes, algunas de 350 metros de altura, y se formó la garganta del Rin, que ahora tiene 14 km de longitud. Además de Ruinaulta, su nombre en retorrománico, se formaron también los lagos Laaxersee, Caumasee y Crestasee.

Temprano por la mañana, nos dirigimos hacia Flims, y tras casi una hora de camino llegamos al mirador «Il Spir» («vencejo» en retorrománico). Esta breve ruta de senderismo tan temprano merece la pena. Al amanecer admiraremos las vistas únicas de 180° a la Garganta del Rin y veremos cómo, además del Rin, también serpentea por la garganta el Ferrocarril Rético.

También viviremos la experiencia del Ferrocarril Rético, que tras algunas curvas alcanza toda su potencia. No en vano, el trayecto de la línea Albula/Bernina es patrimonio cultural de la Unesco; las vías, construidas con enorme esfuerzo, atraviesan las montañas de Graubünden cruzando túneles de lazo y puentes, y alcanzan su punto más alto en el viaducto de Landwasser. El tren atraviesa esta estructura de 65 metros de altura, que impresiona tanto desde el tren como vista desde abajo.

Seguimos camino en dirección al puerto de Berninapass hacia la estación del valle del teleférico del Diavolezza. Una vez arriba, el glaciar Diavolezza se extiende a nuestros pies. El hielo eterno parece más propio de una reina que de una diablesa. Este panorama lo descubrimos durante una ruta de senderismo. A continuación, nos relajamos a 3000 m s.n.m. en el jacuzzi y dejamos que la vista se pierda por el macizo del Bernina y el Piz Palü.

Cuenta la leyenda que los cazadores jóvenes seguían a una bella diablesa hasta las rocas y desaparecían sin dejar rastro. Así murió también Aratsch, cuya muerte lamentó la diablesa: «Mort ais Aratsch!» («Aratsch está muerto»), y de ahí el nombre del cercano glaciar de Morteratsch. La diablesa solamente encontró la paz cuando el valle entero se cubrió de hielo: así surgió el glaciar Diavolezza.

Dejamos el hielo eterno y seguimos hacia Zernez, a una popular zona de fauna y flora del parque nacional más antiguo de los Alpes. En nuestra última parada, nos calzamos de nuevo las botas de senderismo y conocemos todos los secretos del parque nacional con una guía. Con un telescopio descubrimos perezosas marmotas y aprendemos datos interesantes sobre los ciervos y cabras montesas de la zona.