Con su altitud de 1800 m s.n. m. St. Moritz siempre ha sido garantía de diversión sobre nieve y hielo. Los 350 kilómetros de pistas a lo largo de la Engadina ofrecen una increíble variedad de deportes de nieve. 

Nacido en Valais, desde hace unos 10 años su hogar es la Engadina. Adrian Jordan se encarga junto con 260 empleados de las necesidades de una estación de esquí moderna. Este padre de familia, que estudió ingeniería industrial, quiere hacer justicia a todos los aspectos de la sostenibilidad.

El tema de moda es mejorar aún más en sostenibilidad. Según Adrian Jordan, para marcar realmente la diferencia, es importante tener en cuenta las características ecológicas, económicas y sociales. El proyecto más grande en este momento es un segundo embalse natural que debería generar inmensos ahorros en la producción de nieve. Sin embargo, es tan solo una pequeña tesela del gran mosaico que constituye la visión general del desarrollo sostenible de la estación de esquí.

Se calcula que el segundo embalse costará 10 millones de francos suizos, pero los beneficios serán aún mayores, aunque no se noten inmediatamente en todos los aspectos. Adrian Jordan espera un período de operación de doce a trece años antes de que la nueva gestión del agua sea rentable.

Almacenar agua del deshielo en las alturas, a 2500 m s.n. m. tiene muchas ventajas. Como el agua se encuentra ya en los alto de la montaña, no es necesario bombearla desde el valle: esos sistemas de bombeo se desmontarán. Por otra parte, al tener el agua allí almacenada, siempre estará disponible. En buenas condiciones, se puede producir nieve en poco tiempo. Esto lleva a que las máquinas de producción de nieve estén menos tiempo en servicio, lo que significa un ahorro de electricidad, agua y dinero.

La cantidad de producción de nieve la deciden modelos complejos. Estos modelos se guían por la estructura del terreno, la orientación y la inclinación. En los pasajes empinados, el borde de los esquís y las tablas de snowboard elimina mucha más nieve que en un terreno más llano, de ahí que sea necesaria una capa de nieve de 70 o 40 cm, según el caso.

La preparación de las pistas requiere horas de trabajo por parte de los conductores y equipos, así como combustible. Los conductores tienen una influencia enorme en la decisión de cuánto se gasta de los recursos. Para poder trabajar lo más eficiente posible, reciben asistencia técnica. La suya es una cabina equipada totalmente con alta tecnología.

El sistema Snowsat funciona mediante datos de satélite. La medición de los meses de verano se compara en tiempo real con la posición del vehículo. La diferencia resultante proporciona al conductor información sobre el espesor de la capa de nieve, con una precisión de 3 cm.

Esta información es particularmente importante en terrenos montañosos, porque no todas las ondas tienen que llenarse de nieve hasta arriba. La especificación exacta de la profundidad de la nieve le sirve de guía al conductor para no excavar demasiado o mover una cantidad innecesaria de nieve. Así se ahorran horas de funcionamiento, combustible y nieve, y, con ello, agua también. A pesar de la sofisticada tecnología, es el conductor el que debe interpretar los datos. Con impulsos de lo más delicados, el conductor mueve la pala niveladora de la parte delantera usando una especie de mando con doce direcciones de movimiento.

¿Dónde hay más nieve en la pista y dónde hay menos? Los vehículos de los operadores de las máquinas proporcionan las respuestas, que luego se recopilan colectivamente. Siempre que los dispositivos de producción de nieve estén colocados, se pueden controlar desde un centro de control o directamente a través de un teléfono móvil. No solo se puede determinar si se debe convertir el agua en nieve, sino también en qué dirección se debe producir la nieve. De esta manera, se puede tener en cuenta el factor viento, que desempeña un papel importante, y se pueden ahorrar horas de preparación evitables.

«Queremos una visión global de la sostenibilidad», comenta Adrian Jordan. En su opinión, hay posibilidades de mejora en todas las áreas y que son aplicables tanto al sector particular, como también al empresarial. El nuevo sistema de gestión de agua con el segundo embalse es un proyecto único que se ha integrado en una visión y se basa en el progreso tecnológico. Además, en St. Moritz cuentan con muchas máquinas pisanieves que funcionan con motor híbrido y que, además, utilizan aceite de motor biodegradable. Por otro lado, los sistemas solares del funicular del Piz Nair producen energía para cada sexto ascenso y, además, se construyó en el Muottas Muragl el primer hotel con balance de energía positiva de los Alpes.